El paciente cero eras tú. Pasajes políticos en tristes tiempos de coronavirus de MONEDERO, JUAN CARLOS

Las crisis rompen la normalidad, abren los tarros de las esencias y también la caja de los truenos. Recuperan el olor a muerte y peligro y activan nuestros cerebros más antiguos. Son los momentos en los que volvemos a pedir ayuda y en los que organizarnos entre todos vuelve a ser una posibilidad. Estos son los momentos para expresar obediencia a quienes crees que pueden salvarte y para tejer la unidad de tus pares frente a la adversidad. Las crisis son el momento de la comunidad, del grupo, del colectivo, del Estado. Con sus peligros y oportunidades. El Estado no es algo con conciencia propia, una entidad con una lógica aislada de su entorno. Es una relación social cuyo significado se deriva de lo que la sociedad le hace. Depende de los ciudadanos, quienes pueden obedecer las órdenes sin cuestionarlas o quizás recordar que, en una democracia, se gobierna obedeciendo. En tiempos de crisis, el Estado y el gobierno pueden chocar, los partidos pueden cooperar con el gobierno o iniciar su ataque al poder. La sociedad puede organizarse para ayudar a los más necesitados o convocar caceroladas para socavar al gobierno. El resultado depende de la correlación de fuerzas, y los Estados, llenos de prejuicios y de surcos tomados por la Historia, son más amigos de la inercia que de las innovaciones. Pero no lo olvidemos, la correlación de fuerzas decidirá. En tiempos de crisis se produce un cortocircuito en el Estado y el piloto del barco no tiene otra opción que activar el gobierno manual. Entonces, la pregunta ahora, con las muchas curvas que se avecinan, es: ¿nos estamos poniendo todos, cada uno donde podemos y debemos estar, en control del barco?